Salta a la palestra cada vez que innova en su corte de pelo o en
el look que elige para cualquier acto. Si repite vestido los medios de
comunicación llevan el detalle a un titular. Si se gasta 3.000 euros en el
vestuario de un acto público, también. Definitivamente algo pasa con Doña Letizia y la opinión pública porque haga lo que haga siempre es motivo de
polémica.
Este miércoles nos íbamos a dormir con su imagen en todos los periódicos y en todas las televisiones. Y todo, por el vestuario que había elegido para la
entrega de la enseña nacional a la 11º
zona de la Guardia Civil en el País Vasco. Y si les soy sincera, me parece una
tremenda estupidez.
La tradición marca que, para este tipo de actos, la mujeres de la Familia Real deben
vestir de negro, con peineta y mantilla. Y así ha hecho acto de presencia Doña Letizia en otras ocasiones.
Pero este año la Reina decidió poner un punto y
seguido a esta regla y eligió el abrigo y vestido de crepé de Felipe Varela que
ya lució en la proclamación de Felipe VI, hace ahora casi un año.
Y no es la primera reina que lo ha hecho, ojo. Porque se trata de una
tradición y no una obligación, hay pruebas gráficas que muestran que la Reina
María Cristina y la Reina Victoria Eugenia tampoco llevaron peineta y mantilla.
Fue Doña Sofía quién recuperó esa tradición a partir de 1975.
Doña Letizia es, a mi juicio, la imagen de las nuevas reinas de
Europa. Al igual que Máxima de Holanda, Mette-Marit, Mary Elizabeth
Donaldson y Kate Middleton… Mujeres con una profesión, sin un
pasado de alta alcurnia, ni sangre azul, mujeres que, por amor, han ocupado un puesto
relevante en la realeza europea. Pero mujeres, al fin y al cabo.
Mujeres del siglo XXI.
Si la opinión pública reclama la normalización de las Casas Reales, entonces ¿por qué tanta polémica?
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